
Sobre mi
Me llamo Mercè Puig y soy de Arenys de Mar, un pequeño pueblo pescador cerca de Barcelona. Si algo ha sido constante en mi vida ha sido la duda. Al final, lo he acabado agradeciendo, porque es lo que me ha llevado a donde estoy ahora y lo que me hará mover de nuevo mañana. Un día me dijeron que gracias a él crecería, y así ha sido. Veo la rigidez de aquel que no duda de nada de lo que sabe, piensa o hace y, desde lo que la vida me ha hecho ver una y otra vez, es que la rigidez sólo trae dolor.
Por eso me apasiona trabajar con masajes. Donde te atascas en la vida, te atascas en el cuerpo. «La rigidez nace del no movimiento, sea mental, emocional o espiritual». ¡Cada vez que te ancoras, acoges y acomodas en un lugar más tiempo de lo necesario, la rigidez, el dolor, la vida! Vendrá a moverte de ahí. El tiempo que tardes en escuchar este impulso… es tu libre albedrío.
Fue emocionante descubrir que muchas de las cosas que leía ya las había deducido observando a mis clientes ya mí misma. Llegué donde estoy por casualidad (¿existe realmente?). Empecé con los masajes como simple hobby, porque mi carrera inicial y mis aspiraciones juveniles me hicieron empezar por psicología… y aunque la psique humana me fascina, me di cuenta de que no era mi verdadera pasión. Y mira, un día, de forma casual, me dijeron que tenía buenas manos y pensé: ¿por qué no?
Aunque nunca dejé de trabajar como camarera, una profesión que me definió durante muchos años, me atreví a realizar el primer nivel de masaje. Y además de agradarme, resulta que me iba bien. Así que hice el segundo, osteopatía, reflexología, drenaje… y ya no he sabido parar. Cada vez he querido profundizar en técnicas manuales prácticas y aplicar la intuición para ir un paso más allá.


Porque tocabas un músculo y entendías que, si no colocabas bien la vértebra, no servía de nada, y después veías que, si la persona no cambiaba de trabajo o de emoción, nada servía para nada… y así hasta el día de hoy, donde la única conclusión a la que puedo llegar es que nadie tiene la técnica ni la verdad campo energético/vibracional, se manifiesta a través del físico.
Y en todo ese viraje físico y terrenal muy mental y estructurada como era yo, un día la vida me invitó a descubrir que había algo más: la energía sutil, lo que no se ve y que afecta a todo lo que sí (sorpresa, las teorías cuánticas dicen lo mismo). Os puedo explicar que hice el primer nivel de Reiki sin ganas y sin creer y que tardé mucho en darme cuenta de que mi dolor de espalda había desaparecido después de eso. Mi vida estaba en otro escalón y no me di cuenta hasta mucho tiempo después.