Reflexiones

La libertad es una meta o concepto que ha provocado guerras, revoluciones y cambios en toda sociedad y persona. Más allá del concepto bondadoso que acaba donde empieza la del otro, me pregunto si sabemos gestionar la nuestra. Es una meta que mientras estamos en lucha por conseguirla nos estimula e impulsa adelante. Pero y cuando realmente la conseguimos y tenemos el tiempo para gestionarla, ¿sabemos usarla? ¿Sabemos integrarla? No hay prisión más efectiva que la que no tiene barrotes ya veces nosotros mismos nos ponemos en jaulas de oro y mal usamos nuestro “tiempo” y nuestra vida para realizarnos plenamente. ¿Sabemos quiénes somos? ¿Sabemos qué queremos? ¿Sabemos qué hacer de nuestro tiempo? ¿Cuántos trabajamos para ocupar nuestro tiempo? ¿Cuántos nos preocupamos por estar ocupados? Tenemos la mente tan enervada y ocupada que incluso en el impasse de tiempo que nos dejamos "libres" para no hacer nada realmente no sacamos provecho y seguimos haciendo, desde la mente, ocupándonos para estar preocupados. ¿Cuántos mientras trabajamos, enfadados porque el sueldo, la cabeza.... y prometiéndonos todo lo que haríamos si tuviéramos tiempo y cuando éste llega porque tenemos vacaciones, paro o jubilación nos sentimos tan descolocados que volvemos a buscarnos trabajos que no …

Dicen que de emociones básicas son sólo cuatro: el amor, la tristeza, la rabia y el miedo. Hay quien todavía filtra más diciendo que realmente sólo son dos: El amor y el miedo y que el resto, son facetas de las primeras. Así pues, ¿qué es la Culpa? ¿Un sentimiento, una emoción, un pensamiento? Sabemos cómo actúa: te agota, te frena, te empequeñece. Es como un virus que arrasa y demole. Como una carcoma que te come por dentro hasta anularte. Cuando digo que es mortal es porque cuando se le da suficiente poder puede llegar a anularte como persona, a dejar de ser tú. Yo creo que la culpa es un pensamiento que ligas a un miedo. Porque el miedo es visceral. La culpa, es aprendida. Ningún hijo nace sintiéndose culpable. La culpa nace de la asociación de las reacciones que provocan tus acciones. Y siempre comienzan conducidas de las manos de los padres para que el niño "aprenda" qué está bien y qué no. Así pues, ¿soy responsable de lo que sienten los demás? ¿Tengo que "morir" yo para que las demás vivan? Ahora que cada vez más estamos entendiendo que el otro no existe... ¿Para quién actúo? …

La coherencia, tanto vital como textual, nos habla de la unidad de los distintos elementos que forman un texto y, en este caso, una persona. Se trata de la unión entre el pensamiento, la palabra y la acción. En el mundo espiritual, esto se llama estar en tu verticalidad o verdad. Es decir, si pienso azul, siento azul y hago azul, la firmeza de mis acciones será tal que nada me hará dudar. Estaré vertical más allá de las embestidas del mundo circundante. Teorías como la Bioneuroemoción dicen que la enfermedad nace de la no coherencia entre lo que pienso y lo que hago. Pero, ¿qué ocurre si miramos más allá? Si pienso odio, siento odio, expreso odio y actúo con odio, también soy coherente conmigo mismo. Hitler, por ejemplo, era coherente con sus ideales. Osho decía que el que se preocupe por la coherencia será falso porque sólo las mentiras son coherentes. La única verdad es el cambio, y por tanto nuestra coherencia debe ser cambiante y revisada constantemente. No debemos confundir firmeza, rigidez y constancia con coherencia. No hay nada más coherente que un niño, y éste cambia de ideales y pensamientos en cada instante y actúa en …

Open chat
Hola!
Necessites ajuda?